Caracas

jueves, noviembre 17, 2005

Sahara Caracas

Caracas es una ciudad voluble, hasta en su clima. No hay leyes que parezcan tener sentido para predecir el estado del tiempo. Una mañana gélida no necesariamente nos libra de un mediodía donde el asfalto parece comenzar a bullir, la visión se torna borrosa y la fatiga se apodera automáticamente de nosotros. Quien viva en esta ciudad sabe que un día de calor puede trasportarnos al Sahara, y que un día lluvioso multiplicará el caos en la ya maltrecha infraestructura vial. Sin embargo, esta ciudad embriaga, nos envuelve en su acelerado ritmo y de alguna forma inexplicable nos obliga a quererla, a añorar la dosis diaria de adrenalina que nos obliga a volver aunque sea de visita. Fatídicamente bella, Caracas es un lugar que se apodera de un pedazo de memoria de sus visitantes y que es parte del alma de sus habitantes. Basta mirar en cualquier lugar del globo y el caraqueño podrá ser distinguido a leguas por su ritmo acelerado, ese es el legado de una urbe incomprensible donde el sol agobia a su antojo, impredeciblemente…cuando le conviene.